Cuando Gaby de Meneses visitó por primera vez una ranchería de La Guajira, a donde llegó a trabajar con la comunidad, notó algo extraño. “Me llamaba mucho la atención que los niños tenían desnutrición, también los adultos mayores, pero los hombres, no. Con el pasar de los días me percaté de que para ellos era prioritario que el hombre comiera primero; luego, la mujer, y luego, los demás; los niños o los adultos mayores, de últimos”.
Su trabajo chocó, en principio, con esa costumbre. “Costó mucho trabajo y esfuerzo decirles que eso no podía seguir siendo así, que tenían que distribuir la comida para que la mayoría estuviese bien–cuenta–. Y cuando lo hicieron, su historia cambió. Hoy, esa ranchería vive diferente y no tiene problemas de desnutrición”.
se relaciona con uno de los conceptos que más trabaja la investigadora, emprendedora y comunicadora social colombo-venezolana: la noción de bienestar social. Gaby, como le gustan que la llamen, creadora de la Fundación TAAP (Taller de Aprendizaje para las Artes y el Pensamiento), que promueve la convivencia pacífica y el desarrollo sustentable en comunidades y que ha impactado a más de 4,5 millones de personas en 14 países, afirma que la idea que tenemos de bienestar es aún individual. “No es solo hacer yoga”, apunta.
“Lo primero que tenemos que entender es que el bienestar es un concepto donde todo está interrelacionado. Puedes hacer todo el ejercicio físico que quieras, comer lo más sano, pero si tienes malas relaciones sociales y no colaboras para que la sociedad sea mejor, eso te va afectar”, dice la investigadora, para explicar cómo el bienestar va unido al campo social.
Con este enfoque y otras perspectivas del bienestar, Gaby de Meneses junto con otros emprendedores sociales y organizaciones que trabajan con comunidades idearon The Wellbeing Summit Bogotá, evento con más de 120 expertos nacionales e internacionales que expondrán experiencias y prácticas relacionadas con el bienestar social, físico, emocional, cultural y organizacional.
En charla con EL TIEMPO, la investigadora precisa su idea sobre bienestar social y habla del evento que se realiza por primera vez en América Latina.
Se habla de bienestar como algo individual, pero usted maneja el concepto de bienestar social, ¿a qué se refiere?
Básicamente, el bienestar social tiene que ver con algo que el estudio de Harvard sobre la felicidad nos ha explicado muy bien: que las personas que son más sanas, más felices y que tienen una mejor calidad de vida son personas con unas mejores relaciones humanas, que tienen un grupo de apoyo, familias que se llevan bien, que tienen amigos, que disfrutan con el otro.
Es decir, ¿se trata de que los demás y yo estemos bien?
Tiene que ver con un concepto africano que me gusta mucho, que es Ubuntu, que nos dice yo soy porque somos todos. Se basa en la creencia de que hay un vínculo humano universal que hace que los seres humanos sean capaces de superar retos porque están conectados. Si estás en una sociedad, en un país donde empiezas a ver que mucha gente que te rodea está afectada porque no tiene que comer, está viviendo en la calle, porque hay violencia, inseguridad, eso también empieza a afectarte.
¿Hemos estado mirando el bienestar desde una perspectiva muy cerrada?
Llevamos años estudiando el bienestar, me refiero a investigadores y emprendedores en el mundo, y esos estudios nos han demostrado que el bienestar no se puede dividir en ‘cajitas’. Por ejemplo, una persona que está sola, que no tiene amigos, que no tiene familia, que no tiene relaciones interpersonales, muchas veces se enferma. De ahí viene el concepto de bienestar social, en que todo está interrelacionado. Entender este concepto como un todo relacionado es algo importante. Y lo otro es entender que el bienestar no es para una élite, no es solo hacer yoga, el yoga es una práctica de bienestar.
Pero en general, ¿las prácticas de bienestar no están ligadas a las élites?
Hay prácticas de bienestar como la contemplación. Sentarte en un parque. Siéntate en el parque a mirar lo que pasa, a estar en silencio, a apagar un poco el ruido que nos rodea, todas esas son prácticas de bienestar tanto como un retiro de yoga o tener una dieta saludable. Esto sumado a tener buenas relaciones sociales y a preocuparse de colaborar para que la sociedad sea mejor es fundamental para el bienestar.

Tener relaciones sociales sanas aporta enormemente al bienestar de las personas.
No es cuestión de dinero…
Claro que no. Voy a poner un ejemplo con uno de los sitios que más quiero. Trabajé en el Chocó, en San Juan. Cuando empecé a ir una de las cosas que me llamó la atención es cómo se alimentan: mucho arroz, mucho chicharrón, mucho patacón. Al pasar los años me di cuenta de que sufren mucho de hipertensión, de diabetes tipo 2, de obesidad, y allá la atención en salud no es igual que en las ciudades grandes. Y empezamos a trabajar con un grupo de aliados en ese tema y con la comunidad. En un año, cambiando la forma en la que comían, enseñándoles a sembrar cosas en los patios de sus propias casas, redujeron sus índices de obesidad en más de 30 por ciento, y la necesidad de ir al médico se redujo en la mitad de la población.
Conocemos prácticas de bienestar personal, ¿cuáles son las de bienestar social?
El estudio sobre los índices de felicidad global donde aparece que los países latinoamericanos, a pesar de tener tantos retos en términos de seguridad y económicos, están entre los más felices, y cuando se ven las razones, pasa porque nosotros nos apoyamos, nos abrazamos, pasamos un domingo en familia, esas son prácticas de bienestar social. Salir a pasear el perro y conversar con los vecinos, conocer quiénes son esas personas. Cuando tienes esos entornos y ese tipo de relaciones empiezas a sentirte más sostenido. El bienestar se trata de buscar balance.
¿Cómo hacer que esa práctica vaya más allá?
Hay algo que se relaciona con el porqué estamos haciendo este summit y es entender nuestro rol como agentes de cambio. Cada cosa que hacemos individualmente tiene un impacto general. Si soy un alto consumidor de plástico en mi casa, no solo me va afectar a mí, a mi barrio y a mi familia, ese plástico va a ir a parar al océano y nos afecta a todos. Un médico, por ejemplo, es un agente de cambio, porque los pacientes a los que atiende están cambiando su vida; un maestro es un agente de cambio, porque lo que les está enseñando a esos niños va a impactar en el bienestar de esos niños y de sus familias; el dueño de un restaurante es un agente de cambio, porque la forma en la que hace las cosas y prepara la comida y compra los productos a los agricultores va a impactar a todos.
Usted habla de bienestar como balance, no se puede descuidar lo personal…
Hay unos conceptos de bienestar muy claros sobre cómo podemos generar más impacto como agentes de cambio, pero también cómo podemos cuidarnos siendo agentes de cambio, porque muchas personas que trabajan en el sector social se sacrifican hasta los límites para poder hacer su trabajo y terminan afectando su salud y afectando lo que hacen.
Existe el peligro de lo que se conoce como burnout.
El burnout es básicamente una consecuencia de estar viviendo sin una conciencia de lo que nos afecta cuando tenemos unas expectativas y unas metas de cosas que son imposibles de lograr, o cuando estamos llenando vacíos en nuestras vidas a través de excesivas horas de trabajo. En muchos casos son personas que siempre están tratando de ir más allá y pasa mucho con cuidadores, con médicos con emprendedores. En el summit estaremos presentado un estudio, que se hizo junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y que arrojó que seis de cada diez emprendedores de alto impacto han tenido síntomas de burnout. Pero también sucede con personas que no están llenando su propósito o en lugar donde deben estar y trabajan de una forma que no les genera bienestar a su vida.

El burnout puede ser una problemática frecuente entre cuidadores, médicos o emprendedores sociales.
¿Qué hacer para evitarlo?
Esa es una pregunta que tenemos que hacernos, cómo podemos cambiar nuestras prácticas como sociedad, pero también nuestras prácticas personales, lo que nos exigimos y cómo hacemos las cosas y cómo aprendemos a ver qué es lo que es importante.
¿Cómo hablar de bienestar a una persona con problemas de hambre o de violencia?
Lo importante es entender que todo esto es un proceso y que hay necesidades, como el hambre, que hay que resolver. Pero el hambre también está relacionada con otras cosas. En Colombia botamos toneladas de comida al día. Esas toneladas que botamos pueden alimentar a toda la gente que tiene hambre y esto lo dice la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia. Entonces, nada más con cambiar prácticas culturales empezamos a darnos cuenta de eso, las cosas empiezan a cambiar.
Cuando se usa el concepto de bienestar a lo social, ¿cuáles son los obstáculos?
Los Estados en general tienen un rol, pero muchas veces las sociedades se acostumbran no solo a que cumplan ese rol, sino a que el Estado se vuelva una especie de papá. Y hay muchas cosas que son nuestra responsabilidad. Y es tan sencillo como si todos los días lo único que yo como es gaseosas y fritos, tengo que estar consciente de que voy a terminar donde el médico antes de los 50 años con una enfermedad, probablemente cardíaca. Se trata de entender que hay cosas de las que nosotros podemos hacernos cargo y podemos cambiar, y que hay otras que sí tienen una responsabilidad estatal.
¿Cuál cree que sea el obstáculo más difícil?
Creo que el obstáculo más difícil de cambiar es la mentalidad de las personas, por muchas razones, porque muchas veces creemos que no podemos y las cosas nos sobrepasan; otras pensamos que eso no es para mí, otras veces creemos que otro tiene que resolverlo cuando en realidad yo puedo resolverlo, y en otras ocasiones somos incapaces de ver la relación entre todos (botar plástico por la ventana porque eso lo recoge el señor del aseo, por ejemplo). Otra cosa que es difícil de cambiar es que esto es un tema nuevo pero que también se ha frivolizado de alguna manera, y hoy en día es difícil encontrar gente que lo tome en serio.
¿Cómo se derriban esas estructuras de pensamiento?
Hay muchas maneras. Hacer cosas como este evento es una manera, pero también como muchas empresas que están cambiando sus prácticas empresariales e implementando el teletrabajo, por ejemplo. En estos días hablaba con personas de la Universidad de La Salle y me decían todo lo que ha cambiado para la universidad el hecho de que exista el teletrabajo. Campañas, iniciativas. Vivimos en un país que tiene una sociedad civil poderosa. Y la gente que no está en estos temas cuando aprende, cambia. Es como baby steps para cambios muy grandes, pasitos de bebé para lograr ese sueño que tenemos y empezar a entender que si yo estoy bien y tú estás bien, más y más podemos estar bien. Se trata de pasar de lo individual a lo colectivo, pero también de lo colectivo a lo individual.
¿Cómo llevar este concepto a las grandes ciudades?
Medellín tiene un gran ejemplo y son los jóvenes de la Comuna 13, pregúnteles cómo vivían hace 15 años y cómo viven hoy, cómo asumen la vida desde una posición donde había un tema de violencia, de drogas, y hoy son artistas, y hoy reciben a turistas, y hoy viven su vida de una manera distinta. Y hay ejemplos desde lo comunitario pero también desde lo empresarial e incluso desde lo público, que funcionan.
¿El concepto de bienestar social debe asumirse como una política de sanidad pública?
Creo que debe asumirse como algo que es necesario en todos los niveles, tengo que estar pendiente en mi casa de mi bienestar y el de mi familia, tengo que tener políticas de bienestar en mi empresa, tengo que poner prácticas de bienestar en mi colegio, políticas locales y regionales de bienestar adaptadas a la realidad de mi municipio o mi vereda y tiene que haber políticas públicas de bienestar. No para convertirlo en un concepto político, pero sí para destacar lo importante que es en todos los niveles. Más eficiencia, más productividad, menos beligerancia.
Una experiencia de Bilbao a Colombia
La capital del país será la sede de The Wellbeing Summit Bogotá, ‘Hacia una nueva consciencia del bienestar en América Latina’, donde más de 120 expertos nacionales e internacionales expondrán a través de talleres, inmersiones, prácticas ancestrales y presentaciones artísticas, las claves para encontrar el bienestar físico, social, emocional, cultural y organizacional. Es el primer encuentro de este tipo en América Latina y parte de una iniciativa que empezó en Bilbao en 2022 y llevará eventos similares a Boston, São Paulo, Bruselas y Dakar. Será del 13 al 16 de septiembre en el Gimnasio Moderno y en la Universidad de la Salle.
Entre los participantes están el Dr. Richard J. Davidson, quien ha realizado estudios sobre las bases neurológicas de la emoción y métodos para promover la prosperidad humana; Mar Cabra, periodista española, ganadora de un Pulitzer por su investigación de los Panama Papers; Piedad Bonnett y Ricardo Silva, escritores; Antonio Briceño, fotógrafo venezolano; el cantante Fonseca, a través de su Fundación Gratitud, y Catalina Cock, de la Fundación Mi Sangre, de Juanes.
ORLANDO RESTREPO ESCOBAR
EDITOR DE EL TIEMPO