‘Preocupa la situación económica y cambio demográfico': rector de la Javeriana

‘Preocupa la situación económica y cambio demográfico’: rector de la Javeriana



El próximo 13 de marzo se posesionará el
padre Luis Fernando Múnera como el nuevo rector de la Universidad Javeriana
, una de las instituciones de educación superior más grandes, importantes y reputadas del país. Llega al puesto por seis años para remplazar al padre Jorge Humberto Peláez.

Filósofo y exdecano de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del alma máter, no solo se ha destacado por su trayectoria académica, sino como experto en conflicto armado tras ser director del Programa por la Paz de la Compañía de Jesús en Colombia.
En diálogo con EL TIEMPO, el rector designado habló de los retos de la institución y el sector, de los planes del Gobierno en cuanto a las universidades, el Icetex, el impacto de las nuevas tecnologías como las inteligencias artificiales en la educación y de los diálogos de paz con el Eln.
Hay grandes retos. El primero es del sector, que está en evolución, hay nuevos programas, nuevas propuestas, cambios digitales y tecnológicos. En este marco, el desafío es adaptarse. Y en eso estamos, en la apuesta por programas virtuales, certificaciones, insignias digitales para certificar competencias, carreras profesionales más cortas, etc.
Lo que veo es un sector con muchas preguntas. Una muy grande es respecto a la sostenibilidad, nos preocupa la dificultad económica, el cambio demográfico, entre otros. La Javeriana es una institución sólida, pero aún así debemos cuestionarnos lo que está pasando con Icetex, la reforma a la Ley 30, la inflación, el precio del dólar, la capacidad financiera de los estudiantes, entre otros. Esto nos reta a prepararnos ante este escenario de inestabilidad.
Veníamos con inflaciones del 5 o el 6 por ciento, lo que no genera impactos mayores si se sube la matrícula en estos porcentajes. Pero cuando la inflación es del 12 o el 13 por ciento, cualquier incremento, incluso solo con base en el IPC, se percibe como un encarecimiento del servicio educativo. Finalmente el incremento fue del 12,2 por ciento, en un acuerdo con el Gobierno, que calmó un poco la situación. Pero esto nos llevó a una reestructuración del presupuesto de la universidad, que nos ha significado cierta estrechez, que vale decir no nos implica crisis ni nada por el estilo. Más bien es un control grande del gasto y de las inversiones.
Lo que hemos visto en nuestro observatorio de educación superior es que, en los próximos cinco años, nuestra población universitaria estará más o menos estable
, y después iniciará una caída por el tema demográfico, y porque los programas están cambiando de cinco a cuatro años, lo que nos lleva a que a la población flotante disminuya. La gran oportunidad que se está desarrollando al respecto no es solo la creación de nuevos programas sino la formación a lo largo de la vida, la actualización permanente de conocimientos.
El camino es pensar en trayectorias más flexibles de formación, debemos abrirnos a una concepción de formación más amplia. Si hay menos gente en el pregrado, puede haber mucha más gente en posgrados y educación continua. Además, en las regiones todavía hay una demanda no atendida enorme en este país.
Las ideas van adelante de la normativa y los procedimientos. Este ajuste se debe ir haciendo, porque se ponen muchas trabas. Pero a medida que surjan nuevas ideas, las normas se van a flexibilizar. Pero no es un cambio rápido.
El ministro conoce el sector, fue rector de una universidad.
Creo que el Gobierno tiene razón en intentar alivianar al máximo el proceso, sin perder la idea de calidad. Las universidades que se reacreditan deberían tener un tratamiento diferencial, puesto que ya está reconocida su calidad.
Fue una noticia sorpresiva, que llegó al final de la discusión de la reforma tributaria. Las universidades tenemos que contribuir en la ampliación de la oferta a sectores vulnerables, y eso es claro. El punto es que no se puede cargar todo en las instituciones porque el sector ya tiene unos desafíos. Hay que balancear con sabiduría qué es lo que las universidades privadas pueden y no pueden aportar. La verdadera pregunta es la naturaleza del Icetex. ¿Es un banco? ¿Se financia con préstamos muy costosos? ¿Cuál es la concepción del instituto como un servicio para acceder a la educación?
La meta es muy ambiciosa, en especial porque hay concentración de la oferta en las ciudades grandes. No podemos desconocer que este es un sistema mixto, con universidades públicas y privadas, y por eso ambos sectores deben ser tenidos en cuenta. Se pueden expandir cupos, no necesariamente en los campus, sino tal vez con programas virtuales o semivirtuales.
Claro que la oferta debe ser pertinente con el mundo del trabajo y las nuevas tecnologías. Pero más que todo creo que la sociedad no le está cumpliendo a los estudiantes la promesa de que los estudios universitarios generan trabajos estables y un proyecto de vida. Hay una precarización del trabajo.
Cuando estaba en el colegio hubo una discusión sobre el uso de la calculadora científica y la educación de las matemáticas tuvo que evolucionar. Enseñar a pensar y escribir tiene que ser distinto con esas tecnologías. No creo que las tecnologías piensen, así como no todo lo que hacemos los humanos es pensar. También es parafrasear, clasificar u organizar. El reto es cómo enseñar pensamiento crítico, expresión y escritura con esas tecnologías que se irán incorporando al aula.
Tenemos que ser un lugar de la democracia, de la discusión y el debate. Más que dar posturas (que se vuelven posturas partidistas) es abrir los espacios para el diálogo de estas iniciativas. Podemos aportar argumentos, datos y reflexiones. Le tenemos miedo a la democracia en este país, porque implica diálogo con los opuestos. Las universidades pueden ser ese lugar donde los opuestos se pueden encontrar.
Lo que puedo decir es que la paz total es un concepto bonito, pero hay que ponerle contenido. Hay que ver cuál es la aproximación con grupos de índole política y con grupos menos políticos. El grupo político inicial es el Eln, cuyas negociaciones son difíciles al ser muy federado, muy dividido, sin una unidad de mando muy clara. De cualquier forma, creo que cuatro años es muy poco para eso.
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Tomado de el Tiempo.com

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