‘El sistema de acreditación tiene mucho trámite’: rector de la UPB – Educación – Vida


El pasado 30 de enero Diego Marulanda tomó posesión como rector de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), una de las instituciones más reputadas no solo de la ciudad de Medellín, sino también del país.

A su cargo recibió una universidad de más de 27.000 estudiantes, 3.183 profesores, 4 grupos de investigación clasificados ante Minciencias, 71 pregrados, 105 especializaciones, 27 especializaciones médico quirúrgicas, 73 maestrías, 12 doctorados.

El reto de Marulanda es enorme, y por eso, en diálogo con EL TIEMPO, explicó cuáles serán sus principales apuestas. También aprovechó para analizar la situación actual del sector.

¿Cuáles son las principales apuestas que tendrá al frente de la UPB?

El contexto nos da como una oportunidad para concentrar la capacidad de toda la institución en tres líneas rectoras, que las veo como una oportunidad de entender que podemos llegar a un nivel de desarrollo superior como universidad. La primera línea es la excelencia académica, investigativa y científica. Una universidad de la madurez de la Universidad Pontificia Bolivariana en sus 86 años necesita concentrar esa excelencia académica que tiene que ver en primer lugar con atreverse a producir conocimiento significativo en el aula, lo que demanda unas comunidades académicas sólidas. Yo creo que el tema de la calidad de los procesos y esas certificaciones que hemos recibido, eso hay que chulearlo, ya está dado.

¿Apostará por la expansión?

Esa es la segunda línea en la que queremos dirigir y concentrar la capacidad, lo que hemos llamado la internacionalización. Las grandes universidades del país, particularmente la Universidad Pontificia Bolivariana, nos vamos a atrever a entrar en otras ligas, a establecer una agenda internacional que nos permita reconocer lo que somos, el aporte que estamos haciendo desde el punto de vista del modelo curricular, que es muy ganador. Soñamos con que vengan muchos estudiantes también. Yo creo que nosotros en eso hemos sido un poco timoratos. La UPB está en capacidad de convocatoria, de atracción, de una cantidad de personas que no las hemos llamado. Colombia resulta un sitio de interés importante, nuestra ciudad de Medellín, particularmente. Hay que capitalizar todo eso. Estamos en capacidad de establecer nuestra ciudad como un centro cultural educativo. Hoy tenemos más de 250 convenios internacionales, inclusive de doble titulación. Hay que llevar a otro nivel esas alianzas.

¿Y la última línea?

Diego Alonso Marulanda, nuevo rector de la UPB.

Y la tercera línea rectora, muy del corte y de la identidad de nuestra universidad, es un llamado para que entendamos la sostenibilidad desde el punto de vista integral. Hoy más que nunca necesitamos entender que lo social, desde el punto de vista de la sostenibilidad, es lo humano. Yo me sueño con una universidad que propende por un currículo de la felicidad. Dentro del tema del amor por el cuidado de la naturaleza, necesitamos apostarle a lo regenerativo. Todavía podemos dejarle un planeta viable a las próximas generaciones. La universidad viene trabajando desde hace unos diez años en ello y vamos a seguir. Hoy somos la primera universidad en América Latina de carbono neutro. También somos la primera en América Latina y el Caribe en recibir la certificación basura cero.

¿Usted cómo ve el panorama de las plataformas de educación en línea y que muchos opten por estudiar allí y no en la universidad?

Nosotros vemos el panorama desde las oportunidades. Por ejemplo, ya la universidad viene incursionando en el tema de las carreras técnicas y tecnológicas, que no son contradictorias al modo de hacer universidad. La oferta se tiene que diversificar, que sea más flexible e incursionar en la certificación por competencias. Hay que leer el contexto y la situación de los jóvenes. Muchos de ellos seguramente no tienen la posibilidad del acceso a una carrera profesional por limitantes también financieros, socioculturales, en fin.

¿El sistema les permite a las universidades, normativamente, diversificar sus frentes de esa forma?

Es muy fácil, fíjese, hablando de UPB Tech, técnicas tecnológicas, esos registros se hacen con las secretarías de educación. Entonces, la universidad lo que hace es decir yo tengo hoy la capacidad de formar jóvenes en 2D, por ejemplo. Solicita a la secretaría del municipio certificado la autorización para ofertar la carrera y de forma expedita le dan. Es un proceso un poco más ligero que todo el tema de carreras profesionales con el Ministerio de Educación. Esa flexibilidad administrativa hay que aprovecharla, no es tan dispendiosa, entonces ahí vemos muchas oportunidades.

¿Y qué dice sobre la flexibilidad que ofrecen estas plataformas virtuales?

Lo que decía va muy de la mano el tema a lo virtual, de la UPB virtual. Cinco años antes de que nos pasara el tema de la pandemia, la universidad había hecho una apuesta estratégica por la virtualidad. Hoy tenemos una oferta de pregrados, de maestrías online, que nos llama mucho la atención porque el número de estudiantes ahí se ha mantenido, cosa que no pasa en todas las instituciones.

Campus de la UPB en Medellín.

Un reclamo del sector es poder generar las condiciones para poder ofrecer programas profesionales más cortos. ¿Usted cómo ve esa postura?

La reflexión está sobre la mesa y se vienen haciendo ejercicios importantes. Las universidades ya venimos haciendo un ejercicio gradual. Carreras que eran de 10 semestres hoy son de 8, hay unas de 7. Hay que seguir por ese camino sin menoscabar la calidad, porque tampoco podemos volver a un programa profesional en uno técnico o tecnológico. Hay que cuidar lo que significa un profesional, pero con unos currículos de alguna manera más flexibles en el tema del tiempo.

El Ministerio de Educación ha hablado de modificar el sistema de aseguramiento de calidad. ¿Cómo ve el sistema actual?

Que tiene una oportunidad de una revisión. Debemos primero reconocer que hay una oferta de calidad en nuestro país. Tenemos universidades muy buenas. Eso reclama niveles de mayor confianza, porque el sistema de acreditación de la calidad es demasiado operativo, mucho trámite, tiene mucha reglamentación interna. Invertimos demasiado tiempo, talento humano, recursos financieros para hacer un proceso tan largo. Esperamos que el Ministerio permita en una conversación conjunta, modelar un sistema de acreditación mucho más expedito, sobre todo para quienes ya hemos conseguido y acreditado durante muchos años la calidad de los programas.

Ya que estamos hablando del Gobierno, ¿cómo ve la apuesta de 500.000 cupos nuevos en la educación superior?

Debemos reconocer que este país se ha desarrollado a partir de un modelo mixto, que en ningún momento se puede desconocer. La discusión entre si debemos apostarle a una universidad pública o privada no es necesaria. Por supuesto que tenemos unas deudas históricas en el tema del acceso. Es decir, bienvenido los 500.000 nuevos cupos que propone el Gobierno. Pero también se debe entender que la universidad pública no tiene toda la capacidad. Si queremos garantizar la calidad de la mano de esa oferta nueva, va a tomar tiempo el tema de la infraestructura y sobre todo la construcción del talento humano, y por eso involucrar al sector privado es fundamental.

La UPB tiene 84 grupos de investigación registrados en Minciencias.

Foto:

Jaiver Nieto Álvarez / ETCE

¿Es posible cumplir con la meta?

El balón está en la cancha del Gobierno y del Ministerio. Si tienen claro el cómo, bienvenido. Pero también es verdad que la universidad privada debe participar de abrir su capacidad de ponerla al servicio. El Ministerio de Educación ahí debe entender también que es el modelo mixto el que tiene oportunidades de mejora, lo público y lo privado creo que no son perfectos. El gran reto no solamente son estos 500.000 cupos para la educación superior. El país tiene una deuda histórica porque el modelo educativo está fraccionado. La gran oportunidad que tenemos es de poder establecer un sistema educativo que garantice reducir las brechas de acceso, que comienzan desde la educación media.

¿Qué piensa del reto de impartir educación de calidad cuando hay herramientas de Inteligencia Artificial que podría suplantar al estudiante en su proceso formativo?

La calidad va de la mano de la ética. No hay calidad sin ética. Y por eso estamos hoy abiertos a entender qué significa la inteligencia artificial en relación a la vida misma, a la oportunidad de formación, porque ahí nos va a tocar tomar de alguna manera posición. La tecnología no puede ser objeto para incrementar la corrupción. La calidad no se negocia, no se puede negociar, ni se puede vender. Ese sistema educativo debe ser capaz de interlocutar con todas estas nuevas experiencias de inteligencia artificial, todas estas variables de la tecnología, pero todo ordenado precisamente a construir un ser humano bueno.

¿Cómo prepararse para formar profesionales cuando existe esa amenaza de que, cuando salga a trabajar, ya esté ocupado su puesto por una Inteligencia Artificial?

Es un reto. El tema de la empleabilidad está en la conversación de las universidades. No porque nosotros seamos directamente responsables de garantizar el empleo del profesional que formamos, pero sí nos demanda una relación entre universidad, empresa, Estado. Debemos apostarle a currículos desde la empresa, esa formación dual, que el empresario se sienta partícipe de la oferta curricular y el currículo de la universidad incorpore también esa visión del empresario. Las universidades tienen que ir modelando unos sistemas de empleabilidad, de tal manera que el empresario sienta confianza.

REDACCIÓN EDUCACIÓN



Tomado de el Tiempo.com

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