Al menos uno de cada tres jóvenes que ingresan a la educación superior en Colombia termina desertando de sus estudios. Se trata de una cifra preocupante para un sistema que ve cómo año a año parece haber un constante desangre en el número de jóvenes que en realidad logra cumplir con la meta de graduarse, ya sea de la universidad o de alguna institución técnica o tecnológica.
Así lo evidencian cifras reveladas por el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana (LEE), en un informe realizado con base en los últimos datos del Sistema para la Prevención de la Deserción de la Educación Superior (Spadies) del Ministerio de Educación, los cuales rastrean qué pasa cada año con cada estudiante que ingresa al sistema y cómo es su tránsito educativo.
Los resultados son alarmantes. Por poner un ejemplo, al analizar la cohorte (un grupo de estudiantes que entró en el mismo semestre) de quienes ingresaron a educación superior en el semestre 2016-1, el 36,7 por ciento de ellos desertaron en el transcurso de los 10 semestres que suele componer normalmente el ciclo de estudios. En otras palabras, de los 529.534 que ese semestre iniciaron clases, 194.338 abandonaron sus estudios.
Y no es un problema solo de esa cohorte. De hecho, se evidencia que semestre a semestre el número de estudiantes que deserta es muy alto. El grupo de 2016-2, en el noveno semestre, ya había perdido el 36,8 por ciento de los estudiantes. Otro ejemplo es el de quienes ingresaron en 2018-2, que en el quinto semestre ya no contaba con el 35,3 por ciento de los alumnos, una pérdida de más de 137.000 jóvenes en tan solo dos años y medio solo para este grupo.
De acuerdo con datos revelados por el Ministerio de Educación a EL TIEMPO, la tasa de deserción anual universitaria es del 8,02 por ciento, mientras que en carreras técnicas y tecnológicas la cifra es más alta, del 13,39 por ciento. Así mismo, en lo relacionado con la deserción por cohorte, esta es del 29,09 por ciento en universidades y del 34,92 por ciento en instituciones técnicas y tecnológicas. Es decir, el sector de las llamadas carreras TyT es el más afectado.
Se trata de cifras que no han variado mucho desde hace más de 20 años, en los que, en promedio, la deserción ha sido del 11 por ciento, lo que implica que al menos uno de cada 10 estudiantes se retira del sistema de educación superior anualmente.
Pero también es cierto que ante la pandemia por covid-19, en el segundo semestre de 2020 la tasa de deserción del sistema fue de 12,7 por ciento, un valor superior al promedio de las dos décadas, lo que, de acuerdo con los investigadores, mostraría el impacto de esta emergencia en el sector. Sin embargo, la mayor tasa de deserción del sistema se registró en el segundo semestre de 2007 (15,7 por ciento).
Ante esto, Gloria Bernal, codirectora del LEE, señaló: “El abandono de la educación superior afecta negativamente el futuro de los estudiantes desertores y, también, el del país, por ello es importante el diseño y ejecución de políticas que permitan un monitoreo constante y sistemas de alertas tempranas para identificar las causas y evitar la deserción”.
En este punto, es importante mencionar que la tasa de deserción del sistema mide los estudiantes que dejaron de matricularse en algún programa académico de una institución de educación superior durante dos o más períodos consecutivos.
Por esta razón, los últimos datos disponibles sobre deserción de los que se tiene certeza son los del año 2021, y no se incluyen otras situaciones que también tienen impactos significativos y que, a mediano plazo, se pueden traducir en abandono, como quienes se retrasan por perder materias, así como quienes cambian de carrera y ven alargado el tiempo necesario para graduarse.
Teniendo en cuenta lo anterior, el informe señala que la tasa de graduación presenta un panorama desalentador. Según esta, de quienes entraron a estudiar en la educación superior, al décimo semestre en promedio se ha graduado solo el 21,5 por ciento de los estudiantes. Igualmente, en el semestre número 15 se ha graduado el 45,1 por ciento de los estudiantes, lo que quiere decir que 5 de cada 10 estudiantes que ingresaron a la educación superior no han logrado graduarse después de siete años y medio en el sistema.
Deserción: cuestión de desigualdad
“La deserción es claramente un asunto de desigualdad. En estratos más bajos es donde se dan las mayores tasas, porque son jóvenes con el menor rendimiento académico por el tipo de colegio en el que estudiaron, sumado a que son los que sufren situaciones económicas adversas que los obliga a abandonar sus estudios”, explica a EL TIEMPO Luz Karime Abadía, codirectora del LEE.
De esta forma, en el semestre 2021-2 el abandono fue más alto en los estratos socioeconómicos más bajos, siendo en estratos 1 y 2 del 13,3 y 13,5 por ciento, respectivamente, mientras que en estratos 5 y 6 fue del 8,3 y el 7,1 por ciento. Así mismo, se encontró que quienes tienen más probabilidades de dejar de estudiar son quienes obtienen peores resultados en las pruebas Saber 11.
Ante esto, la experta sostuvo que esa condición de vulnerabilidad repercute en las posibilidades del estudiante de mantenerse en una institución educativa. “Hay un tema de barreras económicas, que se ve incluso en casos en que el estudiante tiene beneficio de matrícula cero, porque necesitan de recursos para sostenerse”, aseguró Abadía.
La académica señaló que además hay poca orientación profesional en Colombia, sobre todo en colegios oficiales, los cuales tienen al 80 por ciento de los niños, niñas y adolescentes. “Estos muchachos se frustran por ingresar a una carrera equivocada, y eso se refleja en deserción”, agregó.
Bogotá, entre las más afectadas
Uno de los puntos más llamativos del informe tiene que ver con las regiones donde hay mayores índices de deserción. Allí, Bogotá aparece como la segunda con la tasa más alta (13,7 por ciento), solo por detrás de La Guajira (21,6 por ciento). Le siguen Putumayo y San Andrés y Providencia, con 13,3 y 12,9 por ciento, respectivamente. De acuerdo con los expertos consultados por EL TIEMPO, el comportamiento de la capital de la república se debe a varios factores.
Además de los que se evidencian en el ámbito nacional como la formación recibida desde el colegio, se suma que es una ciudad donde el 59 por ciento de los estudiantes están en universidades privadas (al contrario del resto del país, donde este indicador es del 45,5 por ciento), por lo que muchos de estos jóvenes no recibieron beneficio de matrícula cero durante la emergencia económica.
‘Permanencia y graduación deben ser un derecho’: Mineducación

La ministra de Educación, Aurora Vergara Figueroa con estudiantes de educación superior.
Ministerio de Educación
La ministra de Educación, Aurora Vergara, responde tres preguntas sobre la deserción en educación superior:
¿Cuáles cree que son las causas estructurales de la deserción en este nivel educativo en Colombia?
Nuestros análisis han permitido identificar que en los primeros cuatro semestres se concentra el mayor volumen de jóvenes desertores. Y esto se da por múltiples factores, como bajas competencias académicas y de capital cultural de los estudiantes desde el colegio, sus características socioeconómicas y la escasa orientación socioocupacional al momento de salir del colegio.
¿Qué está haciendo el ministerio para garantizar la permanencia en educación superior?
Estamos trabajando en fortalecer la capacidad institucional, en temas de salud mental (otra de las causas de este fenómeno), financiación para aquellos con dificultades económicas y acciones de orientación y acompañamiento académico. En este orden de ideas, estamos en un proceso de actualización de la Guía de permanencia, un instrumento que proporciona a las instituciones estrategias, acciones y herramientas para evitar la deserción.
¿Hay algo de esto en el Plan de Desarrollo?
Uno de los pilares del PND es ‘Seguridad Humana y Justicia Social’, y allí se pone a la educación superior como un derecho. El acceso, permanencia y graduación debe ser una posibilidad para cualquiera. Por eso es importante profundizar en la política de gratuidad, entre otras acciones, porque con esto atendemos las causas de la deserción. Por eso, para el año 2023 se asignaron 1,5 billones de pesos para gratuidad.
REDACCIÓN EDUCACIÓN